viernes, 8 de enero de 2016

Momentos para conservar

No hay mucho que contar desde entonces. ¿Monotonía? ¿Costumbre? No puede ser costumbre, porque ni siquiera estoy acostumbrada. Aún me parece raro esa presencia. ¿Tenerte aquí? Qué raro. No debieras estar. No eres mío. Eres suyo, para mí siempre lo serás. Así te conocí, y así sigues. Así eres.

¿Momentos para conservar? ¿Cuáles? ¿Aquellos en los que llorábamos quizá? ¿O mejor aquellos en los que nos escondíamos? No, quizá sean mejores aquellos en los que ni siquiera yo sabía si llegaríamos juntos más allá de unas semanas. También están los momentos en los que yo sabía que no era la prioridad, poco importaba cómo estuviese yo por aquellos entonces; claro que también podemos conservar los días en las que escuchaba mentiras (para protegerme) y tenía que confiar. Al fin y al cabo siempre importaban más sus sentimientos que los míos. Ni tan siquiera importaban los tuyos.

¿Momentos para conservar, conmigo? Habrá muchos buenos momentos para conservar con ella. Los nuestros, mejor nos vendrá olvidarlos. Enterrarlos en lo más profundo, que no lleguen a mí sus imágenes, que reviva los sentimientos, que no me sienta eternamente culpable. 
Y no puedo, lo intenté, pero no puedo. El pasado siempre pasa factura. Y nuestro pasado, sigue presente. Estará siempre presente. Ella estará siempre.

Y mientras esté presente el pasado...
Mientras esté, no habrá momentos para conservar.

domingo, 8 de junio de 2014

Hoy

Hoy, 
hace un año, 
tú, yo,
las estrellas, 
la música, 
la luz, 
una conversación eterna,
una atración mutua,
un abrazo,
un escalofrío que recorría nuestra piel,
tu calor,
tu mirada,
tu beso,
y se quedó en un deseo, en un sueño . . .

. . . me pareció eso, un sueño . . .

. . .un sueño que ya había soñado, y había reprimido. Un sueño que no sabía si era también el tuyo. 

Hoy lo sé, sé que lo era. Sé que teníamos el mismo sueño y nunca lo habíamos sabido. Y me da vértigo. Y casi aún no me lo creo.

Hoy, 
después de un año,
demasiado desiertos,
demasiadas montañas . . .
hemos sufrido,
nos hemos sentido culpables,
nuestras vidas han cambiado,
nos hemos querido,
hemos perdido cosas,
hemos ganado otras,
hemos dejado de soñar porque ese sueño dejó de ser un sueño.

Te disfrazas de ti, para mi.




domingo, 23 de marzo de 2014

Punto y final, amiga.

No fui yo, no fui yo la que arracó tus raíces, no soy yo la responsable, y no has sabido verlo. Es mas fácil echarle la culpa a otro antes de admitir uno sus fallos, yo también lo hago, porque es de  humanos hacerlo. Nunca quise hacerte daño, nunca hice nada con intención de hacertelo, y si aún así te lo he hecho solo puedo pedirte perdón. He intentado no hacerte sufrir gratuitamente: he soportado hacer cosas que me hacían parecer la otra sin que lo fuese, he escondido cualquier gesto que te pudiese hacer sentir mal, para que no vieras, para que no sintieras... incluso sabiendo que haciéndolo me autodañaba, he hecho cosas que ni siquiera imaginas para evitarte el sufrimiento, aunque eso significara sufrir yo. Me he puesto límite a cualquier gesto que pudieses ver u oir. ¿te crees que yo no sufro? ¿que no he sufrido? ¿que nada me ha dolido? Volcaste en mi toda tu rabia, toda tu frustración, todo tu odio, y lo soporté, porque te quería, porque eras mi amiga.

Si tu tierra está seca no es por mi, si no eres capaz de florecer, no es por mi, si estas yerma, sin posibilidad de dar frutos, gris, apagada, sombría, sucia, malherida, agrietada, desnutrida, deshidratada, no es por mi: ES POR TI. Si no has sabido regarte cuando lo necesitabas, no es por mi, es por ti, si tu tierra solo ha dado fruto cuando ha sido otro el que la ha cuidado y no tú, no es por mi, es por ti. Y lo siento, créeme que lo siento. Ahora te toca a ti aprender eso, a mi, desgraciadamente (o más bien, afortunadamente) la vida me lo enseñó hace tiempo. Me enseñó a cuidarme, a protegerme, a ponerme yo en el centro de mi vida. A entender que la felicidad está siempre dentro de uno aunque nos eduquen al contrario y nosotros lo creamos o se nos olvide en muchas ocasiones. Ojalá puedas aprender a no ser feliz por nadie, si no por ti, a no depender de nadie, si no de ti.

No puedes ver todo lo bueno que te di. Quiero creer que el tiempo, quizás, te dejará verlo. Yo recordaré siempre cada cosa buena que pudimos compartir y todo lo bueno que de ti recibí. Ya no pretendo poder entregarnos más. Antes, sí. Yo nunca dije que no te hablaría más, ni que no te quisiera en mi vida. Sólo te pedí que no tocásemos más el pasado y dejásemos de revolver mierda que solo conseguía hacernos más daño. Ahora ya me queda claro que has tenido que cerrarme la puerta, que personas como yo no te merecen la pena, que no las quieres en tu vida y que si llegan solo merecerán un hola y un adios. A mi ya, tampoco me merece la pena seguir soportando velas que no son las mías. Y mucho menos intentar o tan siquiera pensar, que lo he hecho, en cómo acercarme a alguien que no me aprecia, que tiene claro que no me quiere a su lado.

Yo, entiendo que para ti, siempre seré mala, no pretendo convencerte de nada. Yo por mi parte lo único que puedo hacer es dejar de sentirme culpable de algo que yo no he hecho. No soy yo culpable de nada.

Espero que seas muy feliz, y que este punto y final, ayude a que lo seas, de corazón.

viernes, 14 de febrero de 2014

Del amor



Analizando la etimología de la palabra amor, encontramos varias teorías, entre ellas me ha llamado mucho la atención la siguiente: la palabra amor es una palabra compuesta del latín donde "a" significa "sin" y "mor" es una contracción de "mortem" que significa "muerte". Por tanto amor significaría "sin muerte" (¿eternidad? como si a través del sentimiento venciésemos lo invencible . . .)

Yo creo que en realidad, en esta teoría se une un prefijo griego con uno latino, ya que en latín el prefijo de negación no es "a" sino "in".

Dejándonos de teorías, si buscamos en la RAE, se define el amor como:  "sentimiento intenso del ser humano que , partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser" y como "sentimiento hacia otra persona que naturalmente nos atrae y que, procurando reciprocidad en el deseo de unión, nos completa, alegra y da energía para convivir, comunicarnos y crear" 

Pues debía estar el tío loco de amor, para dar esa definición, vamos que tenía que estar en el momento de arremolinamiento del tejao.

Nos siguen haciendo creer que estamos incompletos, que necesitamos a otra persona que complete nuestra media naranja. Nadie nos enseña que ya nacemos enteros, que no tiene que venir nadie a completarnos. Las medias naranjas no existen, nada de querer exprimirnos para demostrarlo.
El amor no puede ser la negación del yo. Si por causa de alguna insuficiencia emocional, el señor de la RAE necesita a otro para completarse, no vamos a creer que eso es cierto.

Nada de perder el norte. Se permite perder el control pero siempre teniendo los pies a una distancia relativa del suelo. La dignidad es la premisa. Cuanto más subas más dura será la caída, y créeme, se cae.

Si dependes, no es amor. Si no creces como persona, no es amor. Si te quiere todo el tiempo a su lado, no es amor. Si su felicidad depende de ti, o depende la tuya, no es amor. El amor es libre, siempre lo es, ama así.

Y por último, dice un proverbio turco, que por el amor de una rosa, el jardinero es servidor de mil espinas. Efectivamente, se tendrán que clavar espinas a pesar de los pesares. Dicen que una retirada a tiempo es una victoria, pero también que correr es de cobardes. Si alguna espinita se clava, pues ya se sacará porque nada duele eternamente. Mientras tanto disfruta del aroma de las flores. Hay que ser prácticos y saber que no hay porqué renunciar a lo bueno. Si te merece la pena: vívelo, disfrútalo, embriágate con el aroma. Como decía Calderón de la Barca: "el caer no ha de quitar la gloria de haber subido". 

Además, ¿quién sabe si no sigues volando?

lunes, 10 de febrero de 2014

Alivio




Te duelen los ojos, sienten como se hinchan, toca remar; 
Me balanceo en hilos de coser, estoy a punto de caer
Apuras el café, apartas el diario y te vas, 
Agarras calendarios y te mientes; 
y al romperlo pretendes al tiempo engañar... 
Y te levantas, enciendes la luz y te parece que hiere; 
y te bañas y al caer el agua te parece que empapa de más 
No estoy hecha para mi… 

En cambio cuando te miro todo cobra sentido, 
y si vale la pena es por ti…

Me oprime en el pecho, se entrecorta la respiración; 
Lamo mi sudor, el mismo que recuerda que sigue latiendo el corazón 
El día es hielo y sin embrago yo logro arder 
Temo al alma, por su dictadura y cobardía que rompe al caer 
Y me consumo al pensar en cómo y dónde estarás 
Y me asfixio cuando pienso en lo que pudo ser y nunca será 
Hasta el silencio se deja oír 


En cambio cuando te miro todo cobra sentido, 
y si vale la pena es por ti… 

jueves, 5 de diciembre de 2013

Vale la pena.

Lo leí, y ni yo misma lo hubiese escrito mejor hoy...

"Si dudas, vale la pena. Si tienes miedo, vale la pena. Si te late, si te embelesa. Si existe, y existimos, vale la pena. Vale la pena si la sueñas, si aún piensas que es el último. Vale la pena si lo ves como el primero. Si tiemblas. Vale la pena si te planteas si la vale.
La cuestión es: ¿te merece la pena tanto castigo de síes y noes, de escarmientos, de terrores infundados, de futuros imperfectos del subjuntivo?
Quizás debieras acabar a tiempo y borrar el número de la memoria. Saltarte el renglón. Bajar por las escaleras. Cambiarte de nombre, de barrio. Salir corriendo. O estréllate. Cuanto antes.
¿Merecerá la pena? ¿Sabrás alguna vez si la mereció? Si sales corriendo, si pasas de leer la primera línea, si no marcas los nueve dígitos, si te acobardas, si sólo confías en el condicional y sales huyendo, te habrás estrellado solo y antes de tiempo. Y eso sí que da pena. No aprenderás."