jueves, 5 de diciembre de 2013

Vale la pena.

Lo leí, y ni yo misma lo hubiese escrito mejor hoy...

"Si dudas, vale la pena. Si tienes miedo, vale la pena. Si te late, si te embelesa. Si existe, y existimos, vale la pena. Vale la pena si la sueñas, si aún piensas que es el último. Vale la pena si lo ves como el primero. Si tiemblas. Vale la pena si te planteas si la vale.
La cuestión es: ¿te merece la pena tanto castigo de síes y noes, de escarmientos, de terrores infundados, de futuros imperfectos del subjuntivo?
Quizás debieras acabar a tiempo y borrar el número de la memoria. Saltarte el renglón. Bajar por las escaleras. Cambiarte de nombre, de barrio. Salir corriendo. O estréllate. Cuanto antes.
¿Merecerá la pena? ¿Sabrás alguna vez si la mereció? Si sales corriendo, si pasas de leer la primera línea, si no marcas los nueve dígitos, si te acobardas, si sólo confías en el condicional y sales huyendo, te habrás estrellado solo y antes de tiempo. Y eso sí que da pena. No aprenderás."




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