domingo, 26 de junio de 2011

Yo suelo sentirme como un bicho raro.

"Yo suelo sentirme como un bicho raro, no soy capaz de pasar de una cosa a otra así, sin más. La mayoría de personas, cuando tienen una aventura o una relación larga y rompen, la olvidan. Pasan a otra cosa y olvidan como si nada hubiera pasado. Yo jamás he olvidado a alguien con quien he compartido algo, porque cada persona tiene sus cualidades propias.

No se puede reemplazar a nadie, lo que se pierde, se pierde.

Cada vez que he acabado una relación me afecta muchísimo, jamás me recupero del todo. Por eso pongo mucho cuidado en las relaciones, porque me duelen demasiado. ¡Aunque sea un rollo de una noche! No suelo tenerlos porque echaría de menos las cualidades propias de esa persona.
Necesito los pequeños detalles, son el reflejo de cada uno de nosotros.
Es lo que echo de menos constantemente. Por eso no se puede reemplazar a nadie, porque todos estamos hechos de pequeños y preciosos detalles..."

 [Película: Antes del atardecer]

martes, 14 de junio de 2011

Lo que todos tenemos.

En la vida todos tenemos:
            un secreto inconfesable,
                un arrepentimiento irreversible,
                                       un sueño inalcanzable
                                                 y un amor inolvidable.

Diego Marchi

lunes, 13 de junio de 2011

Niña otra vez.



A veces quisiera volver a ser niña. Volver a la infancia: ese tiempo en el que el mundo que conocíamos era todo lo que existía. El tiempo de la inocencia, de los juegos, de las risas y también de los llantos. Volver a ser niña . . . para . . .

para decir sí donde dije no, y decir no donde dije sí.

para resolver todos los problemas con un "pito pito gorgorito".

para jugar al escondite en el patio y acabar el juego gritando ¡Por mí y por todos mis compañeros y por mí primeroooo!

para que el mayor gesto de compañerismo fuera prestar la goma al que se le había perdido.

para volver a vivir la ilusión de una noche de Reyes.

para asomarme a la cuna de aquella criaturilla que llegó a casa e ir corriendo a avisar a mamá cada vez que se movía.

para que mi padre me pareciese el hombre más fuerte del mundo porque era capaz de cogerme en brazos y no cansarse.

para enseñar muy orgullosa de mí misma aquel dibujo que me había salido tan requetebien.

para ponerme un par de cerezas en las orejas y ver cómo me quedaba en el espejo del baño mientras jugaba a ser mayor.

para inventar juegos absurdos con mi hermano.

para que un anillo de plástico fuese la más preciada joya que podían regalarme.

para comer pasteles sin miedo a engordar.

para que un abrazo de mamá bastara para consolarme.

para que teniendo mil pesetas en la hucha tuvieses dinero suficiente como para no preocuparte en un año.

para poder estar durante una hora corriendo en el recreo y no cansarme.

para pedir un abrazo y un beso sin vergüenza.

para seguir pensando que a mi hermano pequeño se lo llevó Dios porque quería tener un angelito muy guapo en el cielo.

para volver con Cristina del cole por la calle San Luis y pararnos en la esqina del Pumarejo a esperar a nuestras madres que se habían parado a comprar el pan.

para dar vueltas como una peonza y hacer que la falda volase.

para ponerme los zapatos de tacón de mamá.

para que la mayor diversión fuese jugar con el agua del lavabo.

para que el mundo pareciese un lugar más pequeño y más justo.

para que la mayor decepción que pudieses llevarte fuese "pues ya no voy a ser más tu amiga" y luego todo se arreglase haciendo las paces.

para que diciendo "yo soy cascarón de huevo" estuvieras protegido de lo que sea.

para que escribir con boli significase que ya eras mayor.

para creer que existían más príncipes azules que sapos ( . . .y que brujas . . . y que lobos con piel de cordero)

para que en un día diera tiempo a hacer tantas cosas . . .

para que fuese fácil encontrar a alguien que quisiera hacerme cosquillas en la espalda.

para no tener prejuicios.

para ir paseando de la mano de mamá.

para llorar sin recriminarme a mí misma que tengo que ser fuerte.



 
       y para decir sí donde dije no

                              y decir no donde dije sí.      

jueves, 9 de junio de 2011

Del racismo . . . o mejor del ¿clasismo?


Siempre he pensado que existía el racismo, pero cada vez estoy más convencida de que no es el racismo lo que existe, sino el clasismo. En esta sociedad (de mierda) en la vivimos, desgraciadamente lo único que nos mueve es el dinero, las ansias de poder, de aparentar, de parecer lo que no somos. Nadamos entre depredadores que están al acecho de alguna presa que ande lejos de su hábitat natural.

Desde que nacemos la especie humana tiende naturalmente a querer siempre más de lo que tiene, a ser más de lo que se es. Queremos llamar como sea la atención de nuestros padres y cuidadores, queremos el muñeco que tiene mi amigo, la bicicleta de Juanito (no una "como la" de Juanito, queremos "la" de Juanito),  queremos tener la mejor videoconsola, tener un móvil de última generación, un chalet como el que tiene mi jefe, queremos incluso a la mujer del jefe, queremos, queremos, queremos . . . y lo queremos todo. Pero nos olvidamos de que en la sociedad hay clases y clases. Clases en las que te tiene que gustar el golf, entender de equitación, veranear en un hotel de cinco estrellas, vivir en un piso de 200 metros cuadrados en el mejor sitio de la ciudad , tener a los niños en un colegio que te cueste la mitad del sueldo, clases en las que no puedes llevar ropa que no sea de marca o salir a compar el pan en chandal. Si perteneces a esta clase entonces puedes querer lo que sea, porque lo conseguirás casi sin esfuerzo.

Hay otras clases, en las que tienes que esforzarte por cada cosa que quieras tener en tu vida.  Con esfuerzo pagarás un alquiler o lo sumo una hipoteca de un piso de vpo, tendrás un pequeño coche, vacaciones cuando puedas permitirtelo (porque no siempre la cosa viene igual), tendrás una ropa para salir y otra ropa para diario, tu plan de fin de semana es salir de cervecita con los amigos, tus aficiones cuanto más baratas mejor, salir a la calle con un bolso de la marca nisu (ni su puta madre la conoce) no es ningún desprecio, y tener a tus hijos en un colegio público no es ser menos que nadie. Si eres de esta clase también puedes querer, pero al final casi siempre dirás "bueno, de ilusión también se vive".

Y ¿se puede subir de categoría?

Sí, claro que puedes subir. Tendrás que codearte con gente de la clase a la que quieres llegar. Aficionarte a sus aficiones, gastar el dinero que ellos gastan, comer en los restaurantes que ellos coman, usar su tipo de ropa, cambiar a tus hijos de colegio y por supuesto aparentar. Aparentar porque tú no eres de esa clase, pero lo vas a aparentar, para que te acepten. Así podrás desear lo que siempre quisiste, podrás tener lo que nunca tuviste. Será una pseudofelicidad, aunque eso no importará mucho porque si llegas aquí, estarás bien visto por todos. Habrás pasado de envidiar, a ser el envidiado.


¿El envidiado?
Yo no creo que seas digno de envidia, más bien digno de lástima. Lástima porque no eres capaz de apreciar lo que tienes, no eres capaz de luchar por lo que quieres sin tener que aparentar lo que no eres, lástima de tí que no eres capaz de ser feliz con lo que te rodea, lástima de ti que no sabes disfrutar de lo tuyo, lástima de tí que solo le das importancia al dinero, lástima de tí que ansías tener lo que tiene el otro, lástima porque no sabes mirar dentro de tí y ver que no deseas ser así.