martes, 31 de mayo de 2011

IN (cuerpo y alma):

 Insólita                       Imposible 
                  Indecente                        Insaciable
Impetuosa                      Interminable
                   Impertinente                     Íntima
 Imponente                       Implicada
                   Interesante                         Intelectual
Interminable                     Inaccesible
                   Imperceptible                     Inamisible
 Inagotable                         Imprudente
                   Inaceptable                          Impresionable
 Imprecisa                       Impregnable
                   Imponderable                      Inoportuna
Impertérrita                       Imparable
                  Impaciente                       Imprevisible
  Inadaptada                 Inaudita
                     Incalificable             Incesante
Incomprendida                  Indecisa
                       Incondicional              Inconexa
Inconfesable                          Incrédula
                    Incorregible                       Indefensa
 Imbécil                           Indeterminada  
                 Indivisible                            Indómita
Inestable                  Inescrutable
                   Infantil                        Inexacta
 Infernal                      Infinitiva
                Inflamable                     Informal
Ingeniosa                    Ingénua
                Inimitable                    Innovadora
Inocente                   Inofensiva
                Impropia                     Insinuadora
Insolente                    Insistente
               Insolvente                      Intuitiva
Insumisa                     Íntegra
              Insustituible                     Intensa
                                 Interlineal

sábado, 28 de mayo de 2011

¡¡¡Dádme alas!!!


¿Será la primavera? eso que llaman astenia primaveral, ¿serán las situaciones en las que me pone la vida? ¿o seré yo?  Que últimamente no tengo ánimos. Ciertamente no tengo ganas de nada. Como indeferente por todo. Cansada, agotada.

¿Por qué? ¿qué me pasa? a veces ni yo misma lo sé.

Me siento como encerrada en una jaula, igual que un pájaro al que hayan cortado las alas. Esta "gorriona" de altos vuelos se siente últimamente enjaulá. Y en su cautiverio, todos los pájaros añoran la libertad.

No sé qué me pasa.  Llevo días con ganas de llorar . . .
. . . y lloro. . . lloro . . . lloro por todo y por nada . . .

LLORÉ,  LLORÉ,  LLORÉ,  LLORÉ,  LLORÉ  . . . . . .

sábado, 21 de mayo de 2011

Del 1 al 100


Me gusta(n) . . .

1.  levantarme con tiempo antes de ir a trabajar y desayunar tranquila sentada en el sofá: una tostada con aceite y sal.

2.  el olor a primavera que entra por el balcón.

3.  el jaleo de los niños cuando juegan en el patio.

4.  sentarme en la orilla del río y contemplar el agua mientras intento dejar la mente en blanco (o pensar en cosas que tengo que poner en orden cuando algo me ahoga)

5.  el olor al puchero de mi madre.

6.  tomar un café con un amigo.

7.  los primeros miércoles del mes (solo para niñas, aunque este mes hagamos una excepción).

8.  escribir.

9.  un tema de conversación interesante, con alguna persona interesante.

10.  que alguien se acuerde de mi.

11.  escuchar música y que el disco cante a la vez que canto yo.

12.  la satisfacción que sientes cuando ves que algo de lo que enseñas va haciendo mella.

13.  llamar a una amiga.

14.  las personas que me hacen reir.

15.  ilusionarme.

16.  encontrarme con alguien que hace tiempo que no veo.

17.  aprender (sobretodo de los errores).

18.  que me cuenten un cotilleo.

19.  ir a comer a un chino (y a un italiano también).

20.  mi trabajo.

21.  que me llame María y me diga: "tata, ¿cuándo me vas a llevar al parque?".

22.  pasear por la playa.

23.  que me abracen (sentirme rodeada por los brazos de alguien que aprecio, me hace sentir protegida).

24.  las noches de verano.

25.  el olor a lluvia y a barro mojado.

26.  que me miren a los ojos.

27.  el color blanco (y el negro).

28.  ser sincera (y que lo sean conmigo).

29.  el trabajo bien hecho (y en equipo).

30.  los gatos (o cualquier felino en su defecto).

31.  el chocolate.

32.  escuchar llover cuando estoy metida en la cama.

33.  los zapatos (ya no sé por cuantos pares voy . . . unos 70? . . .)

34.  bañarme en una piscina cuando está vacía (no de agua, si no de gente jijijiji).

35.  mirar a la luna llena (y que su luz entre por mi ventana alumbrando la habitación).

36.  tocarme los pies.

37.  acurrucarme bajo el nórdico.

38.  entrar por el portal y que el olor a azahar del naranjo de la casa de al lado me invada.

39.  las croquetas (de jamón, de pescado, de carne del puchero, ¡de chocolate!, y de atún y pimientos . . .buaaaffff!!!)

40.  que me hagan cosquillas, suaves y por la espalda.

41.  conocer gente (y si son buena gente, mejor).

42.  conducir (cualquier coche, y cuanto más grande, más me gusta).

43.  ir sola al baño de los bares.

44.  sentarme en el Pumarejo a comer caracoles.

45.  inventar actividades . . . y proponerlas (hacer actividades que a nadie se le ocurriría hacer me encanta jajaja al final acabo con mi primo, remangada, buscando ranas en la ribera de Cartaya jajaja).

46.  comprarme ropa.

47.  mi sexto sentido (por el que siempre digo que soy un poco bruja, en el buen sentido de la palabra . . .)

48.  encontrar una oferta de hotel inmejorable.

49.  el aire puro de la montaña.

50.  pasar una noche (o dos o tres . . .) en buena compañía (ahh!! y no vale cualquier compañía, es necesario cumplir ciertos requisitos . . .)

51.  el vino dulce.

52.  las navidades en familia (el momento de comer las uvas en los cuartos y dar saltos junto a mi prima Noelia mientras intentamos tragar la bola de fruta que tenemos en la boca, no lo cambio por nada).

53.  mi ciudad, Sevilla (y Cádiz, me encantan).

54.  una terapia con mi jippie (¡¡¡¡que me haces abrir tantas puertas!!!!).

55.  sonreir.

56.  el olor a ropa limpia.

57.  conocer al dedillo cada calle, rincón, plaza o esquina de mi barrio (y todos los personajes e historietas que ello conlleva).

58.  saber que soy única . . . (aunque a veces no me lo crea)

59.  . . . y saber que cada persona también lo es . . . (aunque a veces también lo dude).

60.  dedicar los 3 últimos minutos del día a reflexionar sobre lo que hice hoy.

61.  llorar (de vez en cuando).

62.  andar con paso firme y decidido (aunque ello no signifique ser firme y decidida).

63.  recordar momentos vividos (con las personas que están y las que ya no están).

64.  las bandas sonoras, y las pelis, de "La vida es bella" y "Los chicos del coro".

65.  tener las ideas claras (me lleva su tiempo . . . y dedicación . . .)

66.  el olor a castañas asadas de las calles del centro al final del otoño.

67.  las charlas largas y profundas con Carlos (gracias amigo, por estar ahí siempre).

68.  ser como soy.

69.   . . . mmmmm . . . ¡¡¡el número!!! ¿¡ lo dice todo !?  ¿¿no??

70.  encender unas velas, incienso y apagar las luces.

71.  el cansancio que se siente después de hacer ejercicio físico.

72.  ir a comprar al súper.

73.  escuchar la tele cada vez más lejos y ver que se mueve la pantalla mientras pienso "me voy a quedar dormida".

74.  escuchar el silencio (a veces me dice tanto . . . )

75.  el queso, da igual cúal sea, todos me gustan.

76.  mirar a alguien y notar que ambos nos leemos el pensamiento.

77.  una ducha con agua muy caliente.

78.  la satisfacción personal que se siente cuando consigues algo por lo que llevas tiempo luchando.

79.  ve una peli mientras me acarician (o acaricio).

80.  una sonrisa cómplice.

81.  los helados de Villar.

82.  el color moreno de mi piel.

83.  ser coherente.

84.  unas tapas por el centro sentada al solito.

85.  coger esa cajita de música pequeña, darle cuerda, abrirla y recordar mi infancia.

86.  fumarme un cigarrito cuando estoy agusto.

87.  escuchar a la gente.

88.  ir a una librería y hojear los libros.

89.  reflexionar y pensar (sobre casi todo).

90.  descubrir cosas nuevas (y sitios nuevos).

91.  viajar.

92.  intentar ser mejor persona cada día (aunque no siempre lo consigo).

93.  cocinar (lo que sea y si son postres me gusta más).

94.  dormir recostada en el brazo de alguien (que no cualquiera).

95.  las comidas familiares en las que nos juntamos más de 15 personas en el salón de mi tia: con 6 conversaciones distintas, niños jugando, risas, gritos y cómo no, la famosa ensaladilla de la Antoñita.

96.  entregarme en cada cosa que quiero.

97.  creer en las personas (y saber que aún hay gente que como yo, opina lo mismo).

98.  usar más el corazón que la cabeza.

99.  enternder que no puedo intentar cambiar a las personas, que lo bonito es aceptarlas tal y como son.

100.  disfrutar (o al menos intentarlo, que ya es un paso) de estas pequeñas cosas que me da la vida, al final es lo que nos hace ser felices.

jueves, 12 de mayo de 2011

Del castillo, a la arena. (o de cómo asumir la decepción y no morir en el intento)


Mi primo, una de las personas con las que más confidencias comparto, más alegrías, más conversaciones, preocupaciones y momentos vividos, está terminando su tesina. Y me alegro mucho por él: todo el esfuerzo que lleva haciendo desde hace casi dos años al fin verá la luz. Claro que me alegraría mucho más si consiguiera una plaza en cualquiera de las comunidades en las que se presentó a las oposiciones (le llegará su momento, no lo dudo).
Pues bien, ayer, me explicó parte de su tesina de filosofía. -Mi tesina habla del concepto de decepción...- -¿de la decepcion? a ver, explícame...- y estuvimos hablando, sacando conclusiones, analizando experiencias... y él lleva razón: el ser humano no está diseñado para asumir la derrota.

La derrota, la decepción llega cuando nuestras expectativas no se cumplen.

Tenemos una tendencia natural a construir castillos en el aire, a soñar, a imaginarnos cómo será mi vida, cómo reaacionará aquella persona, cómo será mi trabajo, mi casa, mis hijos, mi perro, el traje que me voy a comprar... inevitablemente, planeamos el futuro. Y claro, ya que soñamos, nadie sueña con que su vida vaya a ser peor que la actual. Nuestras expectativas, siempre son altas.

Además de construir un castillo en el aire, nos permitimos el lujo de ponerle su torre, sus almenas, su foso, porque ¿qué sería de un castillo sin foso?, su dragón, su princesa y hasta su príncipe azul.

¿Y qué pasa cuándo la vida no te brinda aquello que imaginaste?

Pues pasa, que aún así, tardamos en aceptarlo. Retrasamos el dolor. Nos justificamos y lo justificamos todo, cuando en realidad lo que queremos justificar es el sentimiento de frustración que provoca el fracaso.

Es como cuando quedas con alguien que no se presenta a la cita. Al principio esperas. En los primeros 10 minutos de espera no te impacientas, porque está dentro de la normalidad que pueda retrasarse un poco. A los 10 minutos dices "bueno, seguro que le cogió atasco...".Pasan 10 minutos más: "quizás se entretuvo en el trabajo y llega un poco más tarde...". Pasan otros 10 minutos: "¡seguro que le ha pasado algo!. Llamas por teléfono, y aún sin contestar sigues pensando que llegará, tarde, pero vendrá.
Hasta que no llevas una hora cual perrito que espera a su amo, no admites la realidad.

Del castillo, a la arena directamente. Se desmoronó, y aún así hemos estado durante una hora justificándolo, poniendo excusas para retrasar el dolor: la decepción.

Y esto hacemos con todo. Este es un ejemplo muy ilustrativo y en nuestras vidas millones de experiencias decepcionantes.



La oreja de Van Gohg. "Dulce locura" Una historia decepcionante...




Lo ideal sería no esperar nada. Así todo lo que venga será un regalo... aunque, no es fácil. Si viviese en el monte, rodeada de monjes budistas ue sólo se dedican a meditar, pues quizás fuese más sencillo. No podemos evitar construir castillos rodeados de millones de estímulos diarios que nos dicen: "sueña, sueña, sueña..." : si llevas éste desodorante, hasta los ángeles caerán a tus pies... si compras este coche, serás la envidia de la oficina... si te pones ésta crema, se acabarán las patas de gallo... Constantemente estamos comprando sueños.
También podríamos tener expectativas, pero no muy altas, es decir: no construyas un castillo, constuye más bien una cabañita de paja por si viene el lobo feroz y le da por soplar...

Yo soy más bien de soñar. Una soñadora nata, una gorriona de altos vuelos. Por eso soy también de caerme (y a veces desde lo más alto).
Claro, si esta lavadora que tengo por mente pudiese parar alguna vez de centrifugar, quizás podría no pensar, no imaginar, no soñar... Podría quedarme en casa, quietecita, sin hacer nunca nada y de esa forma tendría asegurada la "estabilidad emocional", entendiendo estabilidad emocional como ese estado plano en el que ni subes ni bajas: un estado eterno de felicidad aletargada.

Y ¿qué aburrida sería la vida, no?

Yo prefiero seguir soñando, luchando cada día por lo que quiero, deseo y necesito, involucrarme en las cosas que me importan, comprometerme con la gente que quiero. Y si todo ello significa poderme llevar alguna decepción (o gran decepción), al menos habré intentado hacer realidad mis sueños.

Al fin y al cabo en mi decepción (y en mis sueños) también sigo siendo yo.
 
                                                               "Cada cual es lo que sueña, sueñe un poco cada cual"



Rosana. Si pongo corazón. Para mí, una de las canciones a escuchar en los días de bajón.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Empieza por A



Afable

Burda (cuando quiero)

Comprometida

Dependiente

Entusiasta

Fraternal

Gruñona

Honesta

Imaginativa

Jodida

KezKa (preocupada)

Libre

LLamativa

Maestra

Natural

Ñoña (a veces)

Obsesiva

Prudente

Quejica

Recelosa (miedosa)

Sincera

Terca

Utópica

Vital

WWW

XXL

Yo

Zigzagueante (entre lo que quiero y lo que debo)

Y aún me faltarían tres abecedarios más..........

lunes, 2 de mayo de 2011

Una solución quiero



Como siempre, voy a ser bsatante sincera: estoy hasta el mismísimo coño de todo.

Dicen que tres cosas hay en la vida, salud, dinero y amor. Pues bien, en mi vida alguien se olvidó de darme alguna de las tres o las tres. Y mira que son pocas...

La salud juega conmigo: los pies me duelen, de nuevo tengo las putas durezas que me hacen ver las estrellas. En el cuello no se me acaban de quitar las contracturas que no me dejan mover los hombros. Y para colmo el otro día casi me caigo en medio de un bar por una bajada de tensión... o  de azúcar o de algo asi, digo yo.

El dinero, no me sobra. Cuando llego a fin de mes, la cuenta se tambalea. Pago casa, coche, gasolina, seguros, garaje. . . Vamos que la crisis conmigo, como con la mayoría de los españoles, no está teniendo piedad.

Y del amor, ya de eso mejor ni hablamos: más acabada que la segunda guerra mundial. Yo no sé si quiero demasiado, o no, si me quieren o no, si estoy encoñada o enamorada. Me estoy volviendo incrédula, cada día creo menos en el amor, estoy dejando de tener fe. En cualquier tipo de amor hace falta entregarse, y hoy ya nadie se compromete con nada. Da igual que sea una amistad o una pareja, un hermano o un primo. Cada uno va a lo suyo, a lo que le conviene sin pensar en los daños colaterales que puedan tener sus acciones. Estoy cada vez más cobarde, más pasiva, más descreída.

Y para colmo veo que la vida se me pasa, se escapa y no hago nada para remediarlo. Esto es una hecatombe. Pero es que tampoco tengo ganas ni fuerzas de cambiar nada. Estoy harta de todo.

Algo tendré que hacer. ¿es normal que con mi edad no tenga yo el chichi pa farolillos?

¡¡Una solución quiero!!