miércoles, 13 de abril de 2011

De tu recuerdo . . .

Y te ví . . . hoy te ví y allí estabas tú, como siempre.
Yo te esperaba pero no creía que volverías a ponerme nerviosa.

Y te ví . . . y no sabía si acercarme, o si huir.

Y me sentí culpable de haberme marchado y no pararme, mirarte a los ojos, preguntarte si la vida te sonríe. Me sentí morir, pero ¿acaso tú te preocupastes de mí?  ¿de cómo arrasastes mi vida cuando te fuistes? a pesar de ello, me sentí culpable de marcharme y no acercarme a ti.

Sólo un saludo nos bastó a los dos.

Y comprendí entonces, que todo lo vivido, que todo lo sufrido, que todo lo llorado, que todo lo gritado, que todo lo sentido, que todo lo penado, que todo lo odiado, que todo por lo que te he amado, está ahí, en algún lugar en lo más hondo.

Y que seguirás estando ahí.

Tu recuerdo . . . tú, seguirás estando ahí . . . en algún lugar, por siempre dentro de mí.

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