domingo, 20 de febrero de 2011

Del perdón . . .


En la eucaristía de hoy he escuchado una lectura que me ha dejado dándole vueltas a esta cabecita: perdonar e incluso amar no sólo a quien me quiere, sino aún más a mi enemigo. Y yo me pregunto ¿es posible llegar a amar a tu enemigo? ¿es posible perdonar de corazón y no de palabra a esa persona que te hirió, que te hizo daño o te ha jodido tu vida? 
Yo, puedo decir que me he sentido herida muchísimas veces por diferentes personas que han sido, en un momento de mi vida, personas muy importantes. Cuando el tiempo pasa, el perdón llega. No puedo vivir el resto de los días con rencor, con malos pensamientos y odio en mi interior. Si llenas tu vida de amor, alegrías, esperanza e ilusión, recibirás lo mismo. Si en cambio te vas llenando de odio, venganza, rencor, también tú recibirás eso. Cada uno recibe lo que da . . .

Pero, ¿y si eres tú el que crees que has podido hacer daño e incluso pidiendo perdón ese perdón no llega? . . .
Te sientes mal, sientes que has abierto tu interior que te has despojado de esa coraza que todos nos ponemos para arreglar con ello el daño que hayas podido hacer y sólo recibes desprecio. Perdonar puede que no sea fácil, pero pedir perdón a una persona que aprecias, tampoco lo es.

Tan necesario es saber perdonar, como sentir que te han perdonado . . .

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