sábado, 16 de junio de 2012

Pido perdón.

Pido perdón, por insistir.
Pido perdón, por no entender en ese momento, que no era el momento.
Pido perdón, por agobiar con mis preguntas.
Pido perdón, por no haber dicho: vale, confío en ti.
Pido perdón, por haberme dejado llevar por el miedo a perderte y actuar a la desesperada.
Pido perdón, por preocuparme demasiado.
Te pido perdón, por quizás, haber actuado mal . . . 

Te pido perdón, y te pido que comprendas: que no lo hacía solo por mí, si no también por tí; que me cogió tan de sorpresa que no sabía cómo hacer y ni siquiera sabía si tenía que hacer algo; que también me sentía parte integrante; que yo también tenía mi necesidad de no quedarme sin saber nada; y sobretodo, quiero que comprendas que no quiero perder tu amistad, tus risas, tus llantos, tu persona, tu esencia, a ti. . . . Por eso me dolieron tus palabras de abandono . . . .  asumo mi parte de culpa porque sé que agobié, pero a pesar de ello, no puedo evitar el quemor.

Sólo me gustaría, poder saber de ti dentro de un tiempo y  poder tratarte con normalidad, con cordialidad . . . . no me gusta perder a gente que aprecio por el camino, me duele . . .  





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